08 febrero 2008

El Nombre de Dios

Me dijiste que yo siempre había sido el hombre de tu vida. Y yo que tú habías sido una de tantas.



Pasas y sin parar tiras de largo,
y aquí me quedo yo en este letargo.



Cuando estamos con otra persona y tenemos que atender el móvil, lo incluimos en nuestra conversación como un inciso, luego el móvil se calla y seguimos a lo nuestro. Lo mismo que cuando hablas con tu marido y piensas en otro.



Siempre hay alguien que me gusta más que mis novias. Mis amigos han sacado un refrán: "Dura menos que una novia a ...(mí). Y añadiría yo: "Dura más cuanto más dura".



Yo fui la mujer de mi mujer durante quince años, hasta que se cansó y se fue con otra.



Las musulmanas llevan debajo del chador lo mismo que las cristianas debajo de las bragas.



El estado debería dar una ayuda económica al matrimonio cada cinco años, suculenta, para evitar tentaciones, y a nombre de los hijos, para que no se lo beban los padres.



Los ordenadores en lugar de simplificar la vida la complican y afean. Producen mamotretos que no tenemos tiempo de leer y que si tuviéramos no leeríamos.



Hazte con casa propia antes de los treinta. Luego véndela y compra otra cada cinco años; ganarás una media de doce mil euros al año. Es la mejor forma de atracar el banco que te da la hipoteca.




No me interesan las que no se interesan por mis intereses, sino por los suyos. No me interesa nadie.




La mejor forma de conocer a la gente es de vista.




Hay una vieja insoportable aquí que sería la víctima perfecta.




Educa a tus hijos para que se libren de ti a los diecisiete años.




Las mujeres se conocen por los hombres que tienen, y los hombres por las que les faltan.




El infierno existe, es el Vaticano. Pero sus arcángeles pederastas andan por todo el mundo.




Cada época tiene sus apocalípticos, que se van muriendo en beneficio del mundo.




No sé cómo puedes vivir sin sexo. No puedo vivir sin sexo, pero sí sin ti.