04 marzo 2008

El cóndor

La vanidad dura más que los diamantes.


Por fin se sienta a mi lado. Hace amago de coger el móvil. Se decidió por el café. ¿Querrá decir que está esperando mi intromisión? Acaba de cortar una llamada. Creo que nos moriremos sin cambiar palabra.


Las conversaciones son un intercambio emocional. No hay diferencia entre un diálogo de teatro, los comentarios sobre el tiempo, una conferencia sobre la ch vaqueira, hablar solo o el silencio.


Los que van hablando solos por la calle no están locos, van hablando por teléfono, y si les dices algo porque piensas que hablan contigo son capaces de denunciarte por loco.


En Suecia, cuando el magnicidio de Olov Palme (en mis tiempos le decíamos Of que empalme), había padres que denunciaban a sus hijos e hijos que denunciaban a sus padres.


Cada país tiene su trauma nacional. El de Suecia es no haber cogido al asesino de Of que empalme. Y el de España no tener un asesino de Franco.


Es más fácil rechazar a un hombre que a una mujer.


La sonrisa de ayer en la caja del supermercado de una empleada de Cubus me emocionó más que mi noche de bodas en una cama de agua.