19 abril 2008

Yigarcheffe




Escurre la rociada por tu palma
un reguero de perlas en cadena,
rebosan las orillas, surge plena
la procesión de cuerpos; hurga, empalma
el filo de una hoz que no cercena
y una lengua de fuego arrasa en calma
el pétalo interior de la azucena,
la carne que se inunda con el alma;
un gemido desangra incontinente
a la luz de la luna arrebatada
desparramando adentro la simiente,
el vértigo, el vacío, el fin, la nada;
enganchado a la red en solitario
amortizas las cuotas del erario.