11 mayo 2008

Capuccino en Sopranos


Ya mis manos abarcan tu delgada
cintura, ya se funde tu silueta
en mi piel, ya tu talle es una escueta
sombra que se bifurca penetrada;
ya tu presencia se transforma en nada,
en una ola cóncava y repleta
que abre entre las rocas una grieta
y se rompe en la cueva rebosada;
aunque eres no estás, pero te siento
como un soplo de aliento que se esfuma
entre los dedos húmedos de espuma
y el tallo de una flor que lleva el viento;
y una mano al final siempre me guía
para nutrir tu ausencia cada día.