12 junio 2008

La perla



Tú gozas pero tarde, mal y nunca
provocas el final de envergadura
que te brindo, ni cabe conjetura
de que queda la cosa medio trunca
por tu falta de ahinco; si metieras
las yemas de tus dedos en mi centro,
la punta de tu lengua toda dentro;
si dóciles volvieras a las fieras
con tus labios abiertos, si tu aliento
avivara la llama y tu saliva
acoplara la vela a la deriva
en tu cintura, entonces, no te miento,
se llenaría tu vientre recio, ardiente,
de sudor, de salitre, de simiente,