ESCENA DE CAMA
No me queda de ti más que el olvido,
que no se extinguirá; queda el anhelo
de que mi dicha vuelva a alzar el vuelo
de las profundidades de su nido.
Queda la certidumbre de haber sido
dos perlas ensartadas, queda el duelo
cuerpo a cuerpo, rendidos, sin consuelo,
sin desesperación y sin sentido.
Queda tu silueta sobre el lecho,
tu melena deshecha en mi cintura,
y en la noche final nuestra figura
en el espejo atónito del techo.
Quedan la oscuridad, dentro del hueco,
tu adiós, tu mar, tu luz, tu voz, tu eco.
No me queda de ti más que el olvido,
que no se extinguirá; queda el anhelo
de que mi dicha vuelva a alzar el vuelo
de las profundidades de su nido.
Queda la certidumbre de haber sido
dos perlas ensartadas, queda el duelo
cuerpo a cuerpo, rendidos, sin consuelo,
sin desesperación y sin sentido.
Queda tu silueta sobre el lecho,
tu melena deshecha en mi cintura,
y en la noche final nuestra figura
en el espejo atónito del techo.
Quedan la oscuridad, dentro del hueco,
tu adiós, tu mar, tu luz, tu voz, tu eco.