10 febrero 2012

Java mokka

DONES

Qué fina seda, ay, oh dicha muda,
se eleva por tu mano sin sentido;
el ajustado peplo destupido
cubre el capullo que se desanuda.
Qué imponente cariátide desnuda,
qué ave recogiéndose en su nido
para arrullar el sueño compartido
que nos inundará en la noche cruda.
Qué monte rasurado, ay, oh loma
de deslumbrante cumbre, qué vaguada
donde salta la liebre alborotada
y alza el vuelo aturdida la paloma.
Qué hado me ha brindado la primicia
de tus dones, de tal fatal delicia.