18 julio 2013

Café La Unión

A Doris



VENECIA



Cuando llega la noche se va el día,

cuando declina el día entra la noche;
llevo en mi corazón prendido un broche

de tempestad y de melancolía.
Viva y distante vibra todavía

por mi interior tu voz, en un derroche
de paz y de armonía. Igual que un coche
a doscientos por hora en la autovía, 
corre la sangre a tope por mis venas
en dirección a ti. Y sin aliento 
salgo del sueño donde estás, sediento
y sólo. Y me levanto, a duras penas,
transido de pasion y de impaciencia

por librarme en tus brazos de tu ausencia.