04 octubre 2013

I



UN COCHE Y UN PALACIO




Te deslumbró el Mercedes, María Pía,
su destello, veloz, descapotable;
quien no mira a los ojos sino al sable,
ya siente penetrarle la hoja fría,
dijo Borges. En sus brazos, cada día
será en tu vida un día miserable,
y cada noche una muñeca hinchable
que acabará hecha polvo en una vía.
Yo siento todavía en mis oídos,
mientras la sangre rueda por mis venas
lentamente, sin respirar apenas,
los ecos de tu voz como partidos.
No sé si es tu palabra adormecida
o mi voz en los labios de un suicida.