12 noviembre 2013

VIII



A D.


OCHO MIL YARDAS DE DISTANCIA

I

Aparcamos de noche estrellada en San Cipriano.
En el asiento trasero del Zafira nos abrazamos.
No pude ir a despedirte al aeropuerto.


II
Miro el río pasar en silencio desde la ventana del salón.
De repente me veo dando manotazos en el agua.
Nadie puede salvarme.


III
Pensar en ti de nada me sirve.
Pensar en ti solo me sirve par saber que no estás.
Solo me servirá saber que estamos juntos.


IV
Al mirar a la luna pienso en ti.
Desde el puente viejo se refleja su cara en el agua.
Me tiro de cabeza para atraparla.


V
El tiempo es infinito si no estás,
como lo es la distancia que nos une.


VI
Qué aire penetrará tu pelo y llenará tus pulmones.
Qué fragancia respirarás dormida.
Qué miradas te verán moverte.


VII
La soledad no existe,
en mis pensamientos,
desde que tú no estás.


VIII
Siento que estás ahí, en alguna parte,
pero no tengo fuerzas para despertar
y no encontrarte.


IX
Te esperaré mil años,
aunque cada minuto sea eterno.


X
Me sirvieron los mejores platos y el mejor vino,
pero me faltabas tú,
que eres mi apetito.


XI
Hablé con tus amigos,
me invitaron tus jefes,
me despedí del timbre de tu casa vacía,
Todos volverán a verte antes que yo.


XII
Vivimos en tu lujoso apartamento en León.
Qué gran fin de semana,
aunque llovió.