20 abril 2015

Fransk kontinental



LOS PEGOLLOS DE LA SOCIEDÁ



Uniformes, banderes, pasaportes,
exércitos, insinies, estatutos,
aduanes, ministerios, institutos, 
oposiciones, seminarios, cortes.
Tribunales, xuraos, funcionarios,
carnés d´identidá, bolsa, estandartes,
colexios, academies, mandatarios,
currículos, estatues, ciencies, artes.
Marques, escudos, fondos, fundaciones,
nobleza, diputaos, senadores,
catedrales, museos, monumentos. 
Himnos, desfiles, condecoraciones,
iglesies, consulaos, embaxadores,
reyes, monedes, bancos, parllamentos.


Fransk kontinental



DONDE YO NUNCA ESTARÉ 



Cumbre, concilio, círculo, reunión,
simposio, comitiva, club, ponencia,
foro, congreso, encuentro, conferencia,
muestra, retrospectiva, exposición.
Tertulia, festival, presentación,
desfile, asociación, consejo, audiencia,
cónclave, audición, comparecencia,
asamblea, bienal, delegación.
Exhibición, propuesta, junta, curso,
procesión, referéndum, hemiciclo,
mitin, debate, seminario, ciclo.
Propuesta, convención, feria, concurso,
campeonato, concierto, oposición,
elecciones, panel, celebración.





10 abril 2015

Asker-scener

ESCENAS ASKERIANAS


Esto fue hacia el 1975. Estábamos en el Zani's. De pie contra la pared estaban Agustín y una novia, él frente a ella, metido entre sus piernas y abrazados, a dos metros de mí. De repente Agustín sacó una  picha considerable y empezó a masturbarse. Ella al principio pareció algo confundida. En esto se me ocurrió el título de lo que estaba viendo: "Cosa forzosa", pero no alcancé el móvil para anotarlo. Después ella se agachó y empezó a practicarle una felación. Acto seguido me desperté en plena tormenta de nieve.

Chiste de Tahar en Kaffebrenneriet:
Un cura y un chófer de autobús mueren. En el cielo  Dios le regala al cura un piso corriente y moliente, y al chófer de autobús un chalet de lujo con piscina y vistas al mar y toda la pesca. El cura le pregunta a Dios que por qué no le da a él también un chalet como el que le dio al chófer. Entonces le dice Dios que es porque los feligreses de su iglesia siempre se dormían en misa y los  pasajeros del chófer siempre iban rezando. 

En la terraza del Kaffebrenneriet. A la otra parte están la vieja con el respirador de oxígeno, su nueva fámula latinoamericana y su acompañante canario con una pata ortopédica que se trae a veces en sus cortas estancias askerinas. Resula que estos dos están enrollados a espaldas de la vieja, que los tiraniza a los dos. De repente desaparecen y no se les vuelve a ver en seis meses.

Una madre joven se encuentra con su hija de cuatro años, que la llevan de paseo unas maestras de la guardería con otras niñas con el reflector amarillo. La madre se para a hablar con la hija durante medio minuto, sin darle un beso. Otra madre con su bebé en el coche la llama; entonces se despide de la hija y se queda hablando con esta como diez minutos. La madre levaba una mochila e iba al trabajo.

Una que para aquí está con un ataque epiléptico y se mueve como una autómata. Un vecino la sostiene mientras habla con la ambulancia. Para meterla en la ambulancia tienen que doblarle los enfermeros la cabeza con todas sus fuerzas, porque está tiesa.

Oigo gritar a un tipo desde las escaleras de afuea del centro comercial Trekanten: ¡Detenerlo, detenerlo!, y al mirar veo que viene corriendo hacia mí a toda hostia un tío como de cuarenta años. Al ver que lo alcanzabn se paró y se dejó atrapar, no por mí, claro.

Dos de los habituales del centro arrastran una mamada indecente a mediodía, como si les hubiera dado de repente por saquear las bodegas del Vinmonopolet.

Un niño encuentra en plena calle como 500 coronas en billetes esparcidos por el suelo. Los recoge y entra al Kaffebrenneriet para depositarlos allí.
Yo encontré una vez en Trekanten 500 coronas pero me quedé con ellas.

Un viejo como de 90 años cruza la calle, lleva un llavero colgando que es un sacacorchos de metal. 

Pareja de viejos de 90 años. Ella pequeña, lenta, siempre con la misma cara de palo, camina con bastones. El va delante, caps roja, chandal. Peregrinan de café en café.

Subsahariano, terapeuta social, va a la farmacia acompañado de un chico afgano retrasado mental, que va sonámbulo detrás. Ni una palabra entre ellos, ningún contacto, como si no se conocieran de nada.

Las bicicletas de ahora no parecen hechas para la gente que no anda en bicicleta, sobre todo extranjeros. Van con el sillín demasiado bajo, como monos de circo. Hay un kurdo canoso de más de 40 años que da vueltas por la plaza llena de niños a toda pastilla, con una mano en el manillar y la otra sujetando una carpeta. Luego aparca la bici y va al quiosco a comprar un trozo de pizza que sale cominedo camino de la biblioteca.

Una kurda que solemos (anacoluto) hablar se sienta en la otra parte de la barra sin decir nada. Hace unos años le busqué yo un trabajo al que no se presentó.

Gitanos rumanos sentados en la acera pidiendo. Los únicos que les dan algo son los extranjeros. Lo noruegos que se fijan los miran con desprecio. Ayer un exalcohólico que vende una revista le dio de fumar a una que estaba pidiendo.

La gorda un poco retrasada que empezó a trabajar en la frutería de Meny adelgazó la mitad.

El guarda gordo de aparcamiento de la comuna pasa a toda hostia y tropieza, camino de las plazas para carga y descarga, donde siempre hay coches mal aparcados y se venga de sus frustraciones. Es la persona más odiada de Asker.

Una chica muy joven, con una súper minifalda y medias marrones, estamos a 2ºC, estaba comiendo algo en una bolsa de papel en el banco de la cristalera de la biblioteca, que calienta el sol y se pone a 5ºC. Se levantó y fue a darle la bolsa a la mendiga sentada a la entrada de Trekanten.

Estábamos el conde Visconti y yo tomando un café en la terraza del Kaffebrenneriet y pasó un aborigen, uno de esos que ni te miran si te cruzas con ellos por la escalera, que nos preguntó riéndose si no teníamos frío ahí sentados, con el tiempo que hacia. Nos quedamos riendo y haciendo chistes sobre la gente esta.

Saludamos al más rico de la comuna y a su novia, la milf de la parroquia.

Un viejo renqueante o medio moña con una camisa de felpa a cuadros roja, barba blanca larga, gorro de lana roja, como escapado de un libro de duendes. 

El cocinero palermitano del Glorioso aparca en un sitio que un somalí ha visto antes, este se baja del coche y se lo dice. Educadamente el cocinero le cede la plaza. Un par de chicas aborígenes de aquí que están a mi lado comentan: Yo no se lo hubiera dejado. Yo tampoco a ellas.

Viernes santo 2015. Dos cosovares endomingados y muy feos. Entraron, salieron con un café y se fueron a tomarlo a un banco en la plaza de la pirámide, ya casi despejada de hielo. A la media hora entra una china en gabardina con cara de despistada. Hace una llamada y sale directamene adonde están estos dos. Al llegar solo uno de ellos se levantó a saludarla, ella se sentó al lado en el mismo banco y no le hablaron en la media hora que estarían allí. Luego vinieron los tres a devolver las tazas de los cafés, salieron y al poco pasaron por delante en un Audi sucio, a casa de alguno de ellos a celebrar un santo entierro triangular.


Cuando llegaron por primera vez a la luna la bandera ya estaba allí.