DE UN CASTILLO A OTRO
Salí de tu prisión, ahuequé el ala,
hui despavorido, en estampida,
jugándome la piel, la paz, la vida,
como una exhalación, como una bala.
Tracé el itinerario de una estrella
fugaz y me perdí en el horizonte,
escalé hasta la cúspide del monte
y desaparecí sin dejar huella.
Atrás mueren tu voz, tu boca abierta,
tu canto de sirena desolada,
reflejos de tu pelo por la almohada,
la luz en la rendija de la puerta.
El destino final es una ruta
inexorable hacia tu sustituta.