14 octubre 2017

La Escondida, café en Kaffebrenneriet con Vilde




Las venecianas 
meten la luz del sol
entre barrotes.



De algo puede
salir todo, de nada
solo la nada.



Cada mañana
en los cafés gotean
las soledades.



En el teléfono
entiendo tus palabras
antes de oírlas.



Piensa que cuando
piensas que ya la tienes
no tienes nada.



Viniste a darme
antigua compañera
la despedida.



Puse mi mano
en tu muslo en el cine
sentí tu pánico.



Una carrera
echamos en la orilla 
del río descalzos.



Te di la mano
mientras él a tu lado
se hacía el dormido.



El a tu lado 
las cigarras vibrando
tú me mordías.



Cuando te acercas
tu halo en movimiento
me lo da todo.



El libro enarca
su lomo como un gato
que se acaricia.



Los ojos cazan
al pasar los renglones
su sinsentido.



Huyo de ti
desesperado y siempre
llego al principio.



Nos acercamos
y a punto de abrazarte
pasas de largo.



Abres los ojos
y en una exhalación
ya los cerraste.



Viento y rocío
nuestras caricias duran
solo un latido.



Tira su flecha
el martín pescador
al ras del río.