19 octubre 2017

The lonely city




La nieve viste
con su mortaja helada
los abedules.



Un roce basta
para hacer un recuerdo
que dure siempre.



De nuevos brazos
la búsqueda es constante
toda la vida.



Cada palabra
es una tentativa
de misticismo.



Vas a saltar
te cogen por detrás 
sigue tu vida.



Sin rebelarse
el reo colabora
con su verdugo.



Se aleja el barco
pero nunca traspasa
el horizonte.




En la esplanada
tres muñecos de nieve
decapitados.



En el invierno
la nieve yace leve
sobre las tumbas.




Deja la pluma
sobre la hoja estéril
negra simiente.



El aeropuerto
entierra a sus cadáveres 
en las alturas.



Suishi y Lin Wei
reinas del karaoke
y yo de rey.



Los transeúntes 
son en el aeropuerto
muertos vivientes.



Solo engendraste
vástagos de papel
que nacen muertos.




Planta invasora
en mi jardín te damos
la bienvenida.



Bajo la lluvia
las ventanillas lloran
la despedida.



Tras muchos años
conversan los amigos
como si nada.



De tierra y novia
vive en la lejanía 
para sentirlas.



Has convertido
el placer de la charla
en un infierno.



En la carrera
de fondo de la vida
nadie es el último. 





En la mejilla
se posaron tus labios
y no en los míos.



Antes de irte
recoge tus enseres
no habrá regreso.



Igual que el fuego
se alza cuando muere
así el amor.



La noche avanza
a paso de tortuga
y nunca llega.



El viento salta
ágil de rama en rama 
tras una ardilla.



Oigo el silencio
de la tarde dormida
de aquel verano.



Sobre la tela
violeta del ocaso
nace una estrella.



El sol penetra
con dos dedos de luz
entre las nubes.



El río arrastra
el son de la corriente
bajo su lecho.



Suena el silencio
con palabras calladas
ruido y música.




Dentro del cuerpo
reina la oscuridad
a pleno día.



En el silencio
del espacio infinito
se oye tu voz.



Las hojas muertas
se retuercen de frío
sobre la acera.



Los niños juegan
a afilar las espadas
contra la muerte.




La que te busca
por mucho que te escondas
ya te ha encontrado.




Por entre el sueño
como en la vida leo
lo que lo entiendo.




Toda la vida
curando las heridas
sin conocerte.




Se van los hijos
uno tras otro, el molde 
queda vacío.




Verano en Quintes
en los coches de choque
la despedida.



Desde el avión
contempla la ciudad
poesía y orden.




En el instante
justo en que nos cruzamos
nos poseímos.



Príapo, solo
presumes y enarbolas
lo que no tienes.



Al recordarte
siento que se aproxima 
el fin del mundo.




En la carrera
de la vida la meta
es el camino.



La vida pasa
muerta de risa, seria 
llega muerte. 



Luna de día 
el sol que la persigue
huye desnuda.



Por más que corras
de la muerte no escapas
nunca con vida.



Como burbujas
reverberan las notas
del violonchelo.




En el principio
dos sonidos formaron
la melodía.




Cuando unos labios
se disuelven en otros
se para el tiempo.




Llega la hora
de cerrar las ventanas
de la existencia.



Como las olas
se secan en la arena
así las vidas.



Miro tu foto 
con tu mano perdida
bajo la seda.



Cuido la puerta
para abrirla si vuelves
para quedarte.



Ventisca y hojas
dirimen diferencias
en los cristales.