Me constriñe tu ímpetu salvaje,
tu desazón de loba en primavera,
tu íntimo morder como de fiera
todo lo que se suba y no se baje;
aquello que te encuentras y te encaje
te lo calzas entero la primera
y el último que te penetra entera
perpetra su faena con el traje;
tu estar en pie de guerra es acostada,
sin edredón, infiel paracaídas,
que te cubra, esperando, las heridas,
a la pequeña muerte espatarrada.
Allí se erguía tieso como un mástil,
cuando me desperté, algo retráctil.
tu desazón de loba en primavera,
tu íntimo morder como de fiera
todo lo que se suba y no se baje;
aquello que te encuentras y te encaje
te lo calzas entero la primera
y el último que te penetra entera
perpetra su faena con el traje;
tu estar en pie de guerra es acostada,
sin edredón, infiel paracaídas,
que te cubra, esperando, las heridas,
a la pequeña muerte espatarrada.
Allí se erguía tieso como un mástil,
cuando me desperté, algo retráctil.