28 agosto 2009

Odor ventis

Vio lentamente golpear el suelo,
la seda reluciente desplegada
de pliegues que desfruncen a la entrada,
dos palomos compenetrando el vuelo
levantándose en armas para el duelo,
ardientes de sudor, en desbandada,
al borde del brocal donde la nada
se transforma en el oro que no fue; lo
que posan las entrañas en la pila
la materia que deposita en calma,
entre suspiros, el fragor del alma
y un vapor en el aire que aniquila;
luego al amanecer todo se agota
y se evapora el llanto gota a gota.