CARPE DIEM
Yo no me quiero, amor, ir todavía
de vacío del campo de batalla,
y menos escapar sin dar la talla
cuando la tempestad más desafía.
Tus velas agitadas, noche y día
sin ti, se difuminan en la raya
final del horizonte, y yo en la playa
desértica me hundo en la agonía.
Empáñame los labios con tu aliento
ardiente; como el agua de la fuente,
deja fluir el vino en la corriente
y ahogar mi corazón de ti sediento.
No me vengas después de veinte años
arrepentida a reparar los daños.