15 julio 2020

Oliver Internacional XI



El lenguaje y el idioma son ya instrumentos ajenos que utilizamos sin dar cuenta a nadie. Nadie escribe nada completamente nuevo. Como en la ciencia un descubrimiento se basa en uno anterior. Una idea, un texto es una nueva interpretación de otro, una continuidad donde se van añadiendo cosas nuevas. Todo el mundo reconoce sus propias fuentes y trata de que sean perceptibles. El plagio sin citar debería ser legal. Lo que se publica es de todos si el autor ya cobró. El plagio siempre es mejor y más moderno que el original (Pierre Ménard). 

Lo primero es cambiarle el nombre por racista. 
Está bien si se les paga lo que pidan. Lo perfecto sería tener negros negros, es racista llamar negros a blancos. 

Autobiográficas: “La vie sexuelle de Catherine M.”. 
Gabriel Matzneff, “La prunelle de mes yeux”, donde cuenta sus episodios pasionales con sus amantes, aquí una de catorce años. 
Chen Fu: “Relatos de una vida fugitiva”, traducción directa: “Seis noticias de una vida a la deriva”, típico autobiografía literatura china. 
La segunda,"Jean Santeuil" de Proust. 

No son aforismos, parecen frases traducidas de la novela rosa inglesa, si existe. Frases para poner en azulejos. 
De entre todos se salva el juego de palabras: “Je pense donc j’essuie”, francés auténtico, como “Cétacees, les balleines sont des truîtes” (c’est assez les baleines sont détruites).
Tienes que leer “Las flores del mal".
De Baudelaire.
Sí, debes, debes. (Ana dixit)